Scott comparte cómo ha replanteado sus propios retos profesionales y vitales, incluido un «hábito de coleccionar enfermedades potencialmente mortales», con la mentalidad de vivir sus días, plenamente.
Vive tus días es una llamada a la presencia.
A no dejar pasar un día tras otro, simplemente pasando por la lista de comprobación de la vida.
Se trata de dejar el teléfono para disfrutar de las personas que Dios te ha dado.
Es un reto para decidir qué significa vivir para ti.

Scott ha tenido éxito en muchos ámbitos de la vida -patinaje artístico, iniciativa empresarial, filantropía-, pero no lo consiguió conformándose con la mediocridad.
De algún modo, muchos de nosotros hemos caído en la creencia de que la competición es mala, de que llegar el primero priva a otro de su oportunidad de brillar.
Lo que en realidad significa es que nos hemos comprometido a perseguir la excelencia.
Tanto si Scott está ganando una medalla de oro olímpica de patinaje artístico, luchando contra su cuarto diagnóstico de cáncer o creando una organización sin ánimo de lucro, Scott se ha comprometido a perseguir la excelencia y a vivir sus días al máximo de su potencial.
En este discurso, inspirará a líderes empresariales, emprendedores e incluso a padres y estudiantes a rechazar la media e ir a por la victoria en cada aspecto de nuestras vidas, no por nosotros mismos, sino para aportar el mayor bien posible al mundo que nos rodea.

La verdadera grandeza sólo puede alcanzarse mediante un compromiso feroz de ir a por ella con todo lo que tienes, sin importar cuántas veces te derriben.
Significa rechazar la apatía y mantener el hambre, negarse a conformarse con menos que la excelencia.
La vida de Scott puede definirse por su voraz apetito de grandeza.
A pesar de los obstáculos aparentemente insuperables que ha tenido que superar, se ha mantenido centrado, recuperándose tras cada revés para afrontar el siguiente reto.
Scott tiene un espíritu insaciable cuando se trata de perseguir lo mejor que la vida puede ofrecer, y le apasiona animar a los demás a que descubran la misma actitud en su interior.
En este discurso, Scott conduce al público a través de los altibajos extremos de su historia -desde sus días como patinador artístico medallista de oro olímpico hasta sus cuatro batallas contra el cáncer-, revelándoles los secretos de lo que se necesita para cultivar esa voracidad de espíritu y seguir adelante, incluso cuando las sombras de los obstáculos se ciernen sobre él.
Su corazón bondadoso, su agudo ingenio y su mentalidad claramente competitiva inspirarán al público a aprovechar las épocas más difíciles de la vida para iniciar un viaje hacia algo grande.

Scott nunca deja que los contratiempos se conviertan en excusas.
Entiende que tiene un número limitado de días en esta tierra, llenos de horas que no se acumulan y que no se pueden tomar prestadas.
Por eso permanece insaciable, aceptando las experiencias de la vida y buscando la excelencia sin guardarse nada.
Vive cada momento de cada día al máximo, sabiendo que sus recursos son limitados.
Scott lo sabe muy bien, ya que ha pasado por momentos muy altos, como ganar una medalla de oro olímpica en patinaje artístico, y por momentos muy bajos, ya que ha luchado contra el cáncer cuatro veces en su vida.
A Scott le apasiona compartir su historia para animar a otros a descubrir este espíritu insaciable en sus propias vidas y utilizarlo para marcar la diferencia en el mundo.
Los altibajos de la vida de Scott han alimentado una fe aún más profunda en Dios y un impulso más fuerte para influir positivamente en los demás, y a través de este discurso, los altibajos de su poderosa historia motivarán a otros a hacer lo mismo.